REPRESENTACIONES
ETNOGRÁFICAS Y MÉTODOS DISCURSIVOS EN EL DELTA DEL SINÚ. 01
TEJIENDO SIGNIFICACIONES
La oralidad como práctica discursiva
relevante entre los pobladores del Delta del rió Sinú, representa una totalidad
que les permite su reafirmación como sujetos nativos, dueños de una historia
atrapada. En lo que Orlando Fals Borda ha denominado muy creativamente con el término
“embrujo del Sinú”, embrujamiento materializado por una exuberante diversidad
natural y multiplicidad de narrativas orales mágicas, propias de las zonas caribeñas
del planeta: “Striffler y sus compañeros
extranjeros cayeron embelezados ante el suave encanto perfumado del amor
sinuano, y oyeron sobrecogidos por la noche el súbito estrépito de un caimán
echándose al agua, el grito lúgubre del tigre, el ruido sordo y lejano de un
árbol secular que se caía contra el suelo. Todo era monumental, hasta las
lianas que envolvían aquellos inmensos troncos” (Fals, 1986:).
La referencia hace alusión a una ya
tradicional frase entre los asentamientos humanos en el Departamento de
Córdoba, referida al hecho que toda persona extranjera que arribe a esas
tierras tiende a experimentar un estado de no retorno a su ambiente nativo. Ello
evidenciado en expresiones fetichistas como “si te comes la cabeza del pescado,
no vuelves a tu tierra”,
que nutren un amplio repertorio de creencias mágicas en el cause bajo del río
Sinú; así, el referente –cabeza del pescado- se le atribuyen cualidades mágicas
en la medida en que se ha popularizado sus facultades: no sólo en la tarea de vínculo
sentimental con el territorio, sino también como unidad energética en la regeneración
vital durante y después de alguna enfermedad en la que se concluye o percibe
implicaciones de perdida de calorías –el afectado manifiesta corporalmente
sudor intenso, fiebres, escalofríos, dolor en las extremidades; a lo que por lo
general las mujeres mayores dan el dictamen del mal, si es producto de
infecciones reumáticas u otra enfermedad -.
En este sentido, la cabeza del pez se ha
convertido en un símbolo que ha devenido en la construcción de una tradición
oral esquematizada por la gracia del discurso repetitivo y por las ideas
entretejidas en un sinnúmero de representaciones orales construidas y narradas
como verdades absolutas, de tal modo que la mayoría de la población mencionada
no duda de las propiedades regenerativas de la cabeza del pescado, como un
elemento más del denominado “Embrujo Sinuano”.
Por tanto, las tradiciones orales son narradas de manera particular de acuerdo
con los contextos sociales en los cuales se producen.
Con lo anterior se puede evidenciar la
importancia de la tradición oral para el Delta del Sinú, en donde este tipo de
narraciones se convierten en
constituyentes poderosos en la transmisión de los saberes locales; aunque
esto es común en las regiones y habitantes del Departamento de Córdoba que presenta
un fuerte sistema educacional basado en la oralidad, tomada en el sentido de
Ong (1994) “las culturas orales producen,
efectivamente, representaciones verbales pujantes y hermosas de gran valor
artístico y humano, las cuales pierden incluso la posibilidad de existir una
vez que la escritura ha tomado posesión de la psique” (Pag. ).
En la actualidad los jóvenes del Delta
Sinuano asisten a la escuela en el Corregimiento de Caño Grande, cumpliendo sus
estudios hasta el grado noveno de educación básica secundaria y culminan la
media académica o vocacional en establecimientos educativos localizados en la
zona urbana del Municipio de San Bernardo del Viento en el Departamento de
Córdoba. No obstante es la educación empírica, impartida por las familias, la
que toma los patrones y herramientas propias del medio rural, por la cual
adquieren las competencias necesarias para su desempeños como seres
productivos; entonces, no es de extrañar que muchas ideas y visiones sobre la
realidad estén atravesadas por una serie de conductas parcamente empíricas y en
voces sentimentales, inspiradas en el sistema conductual empiromágico enraizado
en los dispositivos lingüísticos de la comunidad.
Dentro de este sistema, encontramos conductas
como la imitación laboral de los jóvenes a los mayores -a partir de una edad
determinada el padre se lleva consigo al hijo al trabajo con el fin de que éste,
por simple observación, comprenda todo sobre su oficio o profesión, luego de un
tiempo lo haciende al rango de ayudante y
así hasta convertirse en un experto-. La historia de Neder, un joven
informante de la comunidad en Caño Grande, es oportuna para este caso:
aproximadamente a los 11 años su padre lo lleva a pescar para que le sirviera
como bogador. De tanto mirar las técnicas y escuchar los comentarios propios de
la faena pesquera aprendió el oficio de pescar en la desembocadura del río y en
el interior de las ciénegas del estuario “como
a los 11 años mi papá me llevaba allá abajo del manglar a pescar, yo me llevaba
un anzuelo para pescar, de esos que los pelaos –niños y adolescentes- tiran
aquí en el Caño para pasar el día, lo escuchaba hablar con los demás pescadores
de cosas como de cuando iba a llover, los cruces para llegar a ciénegas de
aguas dulce o salada, cómo encontrar el camino para ir a la casa, o San Antero,
cómo bogar en el mar y todo lo que ahora sé fue por que me enseñaron aquí en
comunidad ” (), y ahora sueña con enseñarle a su hijo a nadar en las aguas
del río y del mar, así como todos los secretos para ser un buen pescador “Por que no se enfrenta uno de la misma
manera a las aguas del amarillas del río que las mareosa del mar” (notas en mi diario de campo)
(Voy por aquí)
La funcionalidad de la oralidad en el Delta
Sinuano es de ordenar los códices de la conducta de los individuos sobreviene
de su apoyatura en el lenguaje que interpreta y complementa la experiencia
directa. La oralidad como la forma de comunicación cultural, divida en dos
formas una que no conocen la escritura ni la impresión, con un carácter de
permanencia e independencia de la escritura, la
Segunda, al decir de “W. Ong”, es la forma de
comunicación de aquellos que conocen la escritura, la impresión y otras nuevas
maneras como el teléfono, la televisión, la radio o mas actualmente el
hipertexto, y que dependen de la escritura para su funcionamiento y existencia.
En su defensa de la Oralidad
es donde “W. Ong” recalca el origen abrumadoramente oral del lenguaje. Las
razones de su defensa se sustentan en:
a) el pensamiento se relaciona de modo
articulado con el sonido, el lenguaje existe como hablado u oído
independientemente de la escritura.
b) Muchas lenguas existieron y se
transformaron en otras sin haber llegado a la escritura. A pesar de estos
fundamentos.
c) La Oralidad ha sido cuestionada y
desprestigiada desde la aparición de la escritura y de la imprenta ya que las
últimas se han transformado en las modalidades establecidas para la transmisión
del conocimiento.
Desde que la antropología
se intereso por los estudios de
las culturas primitivas, la tradición oral y tradicional ha sido fundamental en
la práctica para el ejercicio etnográfico. El panteón global de antropólogos y
antropólogas presenta una variedad de referencias, unos con mayor resonancia
que otros, nombres como: Branislaw Malinowski, Franz Boas, Claude Levy Strauss,
Edward Sapir entre otros, abrieron toda una gama de perspectivas investigativas
en base al estudio de las vivencias de los pueblos sin alfabeto.
B. Malinowski (1948), destaca la tradición oral para las culturas afirmando “el mito llena en la cultura primitiva una
función indispensable: expresa esperanzas y codifica la opinión; salvaguarda y
refuerzas la moral; garantiza la existencia del ritual y contiene las reglas
prácticas para la guía del hombre. El mito es así un ingrediente vital de la
civilización humana; no es una historia ociosa, si no una actividad fuerza
creativa, no es una explicación intelectual o una fantasía artrítica, sino un
carácter de la primitiva fe y de la sabiduría mora… Trataré de probar estas
aseveraciones –añade- con estudio de varios mitos, pero para hacer concluyente
nuestro análisis será necesario primero dar una relación, no sólo del mito sino
también de los cuantos de hadas, leyendas y relato histórico”. Hoy los
Cañogranderos no son un pueblo sin alfabeto, pero su modelo de tradición oral
ha sobrevivido al paso del tiempo como especie de caja de herramientas creada
con el fin de preservar la memoria histórica en la comunidad, por medio de ella
se comunican las visiones, orígenes y
gestas heroicas; sus héroes son personajes locales, ungidos en las gestas históricas,
a partir de la fundación de los Secos –el primer asentamiento en la
desembocadura del río-, con los pioneros de la colonización de las tierras insanas
en el estatuario, la empresa titánica por comprender las fuerzas telúricas de
la región y hacer de la tierra aparentemente infértil, toda una promesa de
abundancias casi bíblicas. Esta referencia de la tierra como promesa divina es
desarrollada en una novela titulada “Tierra Mojada” de Manuel Zapata Olivella
(q.e.p.d), novelista, Médico, Folclorólogo
-no me atrevo a afirmar que antropólogo profesional, pero realizó una
serie de estudios en los cuales recurrió a la práctica antropológica, mas
exactamente a la etnográfica-; dándole valides como texto histórico y no
enmarcado dentro de los linderos del genero literario de la novela,
toda vez que relata la fundación, abundancia y decadencia de los Secos, “Manuel Zapata estuvo aquí, cuando el llego
yo era un joven que peleaba por las tierras de Santos cabrera, los Burgos y los
Martínez, eran los dueños de toda estas tierras que hoy estamos pisando,… bueno
ellos realmente no las compraron por que esto lo hizo el río, así como allá
abajo –se refiere a lo Secos- entonces,
nosotros le robamos la tierra a nadie por que si el río cambio la
desembocadura, matando a los Secos, ¿Qué podíamos hacer? Sino buscar otras
tierras donde vivir, sabe... tierra buena “, otro afirma “Yo leí el libro de Manuel Zapata Olivella, tierra mojada y me parece que
en ese libro lo que se cuenta es la creación de los Secos, las vivencias del
protagonista para hacer su casa en una zona en medio de la nada; pero lo
importante es que buscaba un lugar propio, creo que para poder decir, ¡esto es
mió! y no le importaba los concejos y burlas
negativas de sus conocidos y amigos; usted leyó ese libro verdad, no,
pues tiene que leerlo para conocer a los Secos. La primera
referencia a uno de los informantes demuestra la importancia que sigue representando la fertilidad de la tierra en
la estabilidad estacionaria y social comunitaria; la segunda muestra el lugar jerárquico en la valides histórica de la novela Tierra Mojada
para los pobladores en el delta y tomando como base la construcción tramática
de la misma –novela-; seguidamente, me concentrare en su estudio como material
etnográfico –asumiéndola categóricamente entre los informantes, supra-personal totalitario, claro esta,
guardando las diferencias entre la ficción y los hechos reales, por medio del entrecruzamiento de las
entrevistas realizadas por mí en la zona-.
TIERRA MOJADA ¿TESTIMONIO HISTÓRICO O CREACIÓN
LITERARIA?
Tierra
mojada fue la primera novela escrita por Manuel Zapata Olivella, salio a la luz
para la crítica nacional en 1947 con un prologo del maestro peruano –novelista-
Ciro Alegría quien presenta la novela plasmando la historia de andariego de su
creador, las peripecias por cada país desde que decide salir de la ciudad de
Bogotá a caminar aparentemente sin rumbo programado hasta llegar a las puertas
de la residencia del novelista Latinoamericano en la ciudad de New York con un
manojo de hojas bajo el brazo; “quisiera conversar con usted maestro…
Con mucho gusto. ¿Y por qué me dice maestro?
Por que yo escribo algo y ¿usted? Manuel Zapata
Olivella extendió su blanca y espaciosa sonrisa negra explicándome que era
periodista y también había escrito una novela” (Ciro Alegría.
19447); el prestigioso intelectual Latinoamericano estableció una relación de amistad con el
andariego, reviso el manuscrito, recomendándole “el secreto esencial de la novela no está en decir que ocurrió, si no
como ocurrió. En vez de relatar llanamente un hecho, hay que exponerlo,
dramatizarlo como decimos en la jerga del oficio… En última instancia aconsejé a Zapata que no publicara
inmediatamente su novela” (Ibíd.); Zapata volvió a revisar el manuscrito y
sólo hasta su regreso a Colombia decide
publicar el texto desavisado por la mirada experta de Alegría. El fondo argumental en tierra mojada descansa
sobre las vivencias de un grupo de campesinos ribereños en la cuenca baja del
río Sinú, quienes se ven en necesidad de desplazarse hacia la desembocadura del
río, en busca de un nuevo ethos de vida y dejar tras de si su actividad
productiva tradicional –al menos por un tiempo- la siembra del cultivo de
arroz; son personas de río con gozos negados, en veces por el mismo ente
natural y los hombres de mayor posición económica, la característica principal
de este grupo humano es la reverencia empiromágica que le hacen a la fertilidad
de la tierra; sinónimo de bendiciones divinas y su mayor anhelo es llegar a
poseer una porción de esa bendición para prolongar en su descendencia todo los
conocimientos transmitidos en generaciones posteriores por la herramienta de la tradición oral. La
trama es protagonizada por una familia de pequeños propietarios o productores
de arroz: Gregorio Correa –apodado el Yogo-, su esposa Estebada, los dos hijos
Rosa Aura y José Darío; esta familia ha heredado una pequeña –parcela- propiedad
de tierra por línea de sucesión paterna, siendo campesinos sin muchos recursos
económicos para obtener semillas e insumos básicos para la siembra de arroz; el
patriarca de la familia ha solicitado varios prestamos a Jesús Espitia un
campesino de origen humilde que logro convertirse en el mayor propietario de
tierras gracias a su habilidad para los negocios,
la explotación laboral y los continuos saboteos a las cosechas de sus deudores,
para ello ha articulado toda una infraestructura de poder a su servicio desde
le alcalde, algunos trabajadores encargados de realizar las ordenes de saboteos
a los cultivos, dan como resultado para los campesinos pobres el camino del
desalojo por no poder cubrir la deuda contrita con el gamonal. Gregorio correa
le hace entrega de la propiedad que por
siglos perteneció a sus ancestros. Con tal suerte trepada a sus espaldas,
desesperados, la hija sufriendo de
paludismo desde el momento del nacimiento cinco años atrás. Gregorio decide
embarcar a su familia con las pocas pertenencias que tienen y dejarse arrastrar
por la corriente del río hacia la desembocadura, estando allí edifican con la
ayuda de un misterioso personaje, ungido con un alo de misticismo “el Currao”,
hombre que conocía bien el bosque manglar, fue quien le indico la técnica para construir
una casa fuerte, protegida de las continuas crecidas en los niveles del agua,
los fuertes vientos provenientes del océano, los secretos para una pesca
exitosa y los complejas rutas al interior de la selva del estuario, así, de
agricultores pasaron a desempeñarse como
pescadores, recolectores de mariscos y comercializadores de conchas de árbol de
mangle apetecido por lagunas curtiembres
establecidas en los alrededores. Con el
pasar del tiempo y producto de su
curiosidad, Gregorio Correa descubre que es posible cultivar arroz en las
porciones de terrenos que logran salir en períodos anuales de sequías gracias a
la acumulación de cieno arrastrado por el río en la desembocadura, hace el
experimento transplantando un puñado de semillas, comprobando sus sospechas
sobre las optimas condiciones de la tierra en la producción de arroz de buena
calidad, regresando al oficio que más le justa ser agricultor, con esto vuelven
los tiempos de la abundancia no sólo para la familia de Correa, sino para todas
las familias que han llegado a los Secos por las mismas razones que el Yogo,
–los nombres de las poblaciones en la costa caribe Colombiana, recurrentemente
guardan relación directa con la formación orogénica o algún hecho social de importancia;
en nuestro caso el nombre dado a los Secos es producto de la formación de
pequeños islotes en la parte baja del río o Caño Grande, en tanto fundaron el corregimiento a orillas del
antiguo cause del río Sinú- buscado refugio y
fragmento de suelo donde construir una casa propia que se pueda dejar
como herencia a su hijos e hijas, pero con la idea de Correa no sólo tendrían
un hogar propio sino que recuperarían su antigua actividad arroceros, “la verdadera conquista de los Secos comenzó
el día en que a Gregorio Correa, mientras miraba los alrededores, se le ocurrió
explotar los secos como tierra laborable. Con la escasa corriente del río
asomaban sus lomos sobre la superficie de las aguas, y la tierra húmeda y
morena acumulada por la corriente le sugirió la posibilidad de siembra… A lo
largo del Sinú el arroz corría hacia el mar y luego a los puertos costaneros,
como otro río que buscara empeñoso las grandes bodegas de los ricos para
desembocar” (Zapata. 194: 67, 83). El trabajo es de carácter colectivo,
colaborando mutuamente desde la preparación de las camas o trojas por las mujeres con el fin de depositar las semillas
del preciado cereal antes de sembrarlas definitivamente en la tierra
seleccionada en el Seco para el proceso
de producción, “Muy temprano se reunieron
todos entorno al rancho de Correa para planear el corte. Se dispuso que los
Romeros ayudaran a Próspero y a los suyos en el seco que estaba en su vecindad
y que, según se veía había madurado mucho antes que el otro” (Zapata: 1947: 72),
de igual modo los dividendos económicos son distribuidos bajo la concepción de
igualdad y beneficios colectivos, claro quien más trabaja obtienen mayores
ganancias, pero ningún habitante o recolector estacionario se va sin dinero, “en los Secos se acodó aprovisionar parte de
la cosecha, la que habían calculado para todo el año se guardó el arroz con
concha para que resistiera la humedad, el gorgojo y otras plagas que no
conseguían perforara la cutícula. Se construyeron barbacoas bajo ranchos sin
paredes, próximos a las viviendas. (Zapata, 1947: 84).
El
hilo argumentativo se enreda un poco al llegar procedente la urbe un bachiller:
Marco Olivares al municipio de San Bernardo del Viento, con el firme propósito
de educar a los campesinos analfabetos; el sacerdote del pueblo y Jesús Espitia
entran en discordia con el educador por sus convicciones de liberar del oprobio
laboral al que son sometidos los iletrados.
–creo que este personaje, especie de libertador material y espiritual en
la novela, es el mismo padre del autor, pues efectivamente: Antonio María
Zapata, arribo de Cartagena de indias, capital de lo que hoy es Córdoba, y
fundo una escuela en el municipio de Lorica de corte filosófico marcadamente ilustrado
producto de sus lecturas de los enciclopedistas Europeos y “no obstante, sus actitudes de libre pensador siempre estuvieron
influidas por un substrato de religiosidad panteísta africana” (Zapata,1990:68) que le valieron permanentes
enfrentamientos verbales con el sacerdote de la parroquia municipal, el padre
Lacides Ceferino Bersal Rossi-; la novela culmina en la confiscación de las
tierras de los Secos por el terrateniente Espitia, el eventual cambio de la
desembocadura en el río Sinú y el desplazamiento de la comunidad campesina de
los Secos detrás hacia el nuevo rumbo
del río.
En
las conversaciones con los informantes en el delta del Sinú estos, realizaban
alusiones recurrentes a la novela y la relacionaban con testimonios de lo que
fue el corregimiento de los Secos antes del cambio de desembocadura del río “yo
le serví de boya a Manuel Zapata por
toda esta tierra, el hablaba con los más viejos en ese entonces, le preguntaba
cosas de que si dende eran, cómo habían conseguido el pedazo de tierra que
tenían, y cosas así… ellos le respondían que la mayoría había llegado de San
Antero y San Bernardo del Viento, como no eran dueños de tierras y no querían
hacer de peones en las fincas de aquí, no sabe quien, empezaron a sembrar arroz
en los pedacitos de tierras que el río deja ver cerquita de las bocas y les fue
bien por que la tierra es buena. En el tiempo de siembra y corte del arroz, se
quedaban en los Secos los papá y los hermanos varones de uno, cuando ya uno
estaba bueno para pajarear –ahuyentar las aves que llegan a comer en las
plantaciones de arroz- entonces se lo llevaba, sólo iba a la casa en San Antero
a buscar comida, ron y remedios para la fiebres y picaduras de culebras que era
lo que más se veía; después la gente empezó a llevarse a las mujeres, a mejorar
el ranchito… a hacer una vida como quien dice. Esto no era de nadie, el que se
iba arrimando buscaba un lugar Seco y paraba el rancho eso era así hasta que
esto se volvió un caserío, hasta puesto de votación hubo. Después, los ricos
dueños de tierras que colindaban con los secos le daban plata y herramientas a
la gente para que les desmontaran la maleza de sus terrenos y fueran más allá
eso era un trato entre los hombres y consistía en que el dueño de las tierras
dejaba sembrar en la parte de tierra dada –asignada- en un tiempo de unos 4 años
o más dependiendo del trato y de la extensión, después, se las pedía para meter
ganado, alquilarla o sembrar el mismo, eso estuvo hasta que el río cambio la
desembocadura. La tierra en los Secos se fue poniendo que no daba la cantidad
de arroz de siempre, se volvió salada, el agua que era como usted la mira en
esta parte de caño grande amarilla por que lleva mucha tierrita –partículas de
humos-, yo no sé como pero lo cierto es que esa tierrita la deja en las orillas
o forma islas como en las bocas y donde Víctor Olivares en caño mocho, ósea el
mar se fue metiendo a las tierras, lo anego todo, los cocos se murieron por
ejemplo antes la zona eran arrozales y ahora es mar, los palos de mangles
apoderaron de las barrancas cerca de las casa
y las ciénegas que eran de agua dulce se volvieron saldas” (testimonio.
Informante). El hilo conductor del relato sigue con otro informante, “cuando
el río rompió por tinajones, la CVS
–corporación de los valles del Sinú y el San Jorge- quiso hacerlo volver a
Cispatá entonces hizo un tapón mas arriba de caño mocho, pero dice la gente que
los dueños de las finas pagaron para que le metieran dinamita al dique de la
CVS; otra versión dice que fueron los mismos pescadores de San Bernardo por qué
así no tenían que morarse mucho para ir a pescar al mar, lo que si sucedió fue
que dinamitaron el dique, entonces ya la CVS o mejor el gobierno no quiso hacer
nada más, de allí en adelante, las personas que vivíamos en los Secos unos se
fueron para San Antero, Lorica y San Bernardo, otros como mi familia
permanecimos hasta que ya no hubo más remedio que salir, yo estaba muy pequeño,
pero recuerdo que en días previos a la partida parecía que la naturaleza nos
hablara, oscurecía mas temprano, la turrugulla
–nombre dado a un ave- cantaba como si llorara, había un silencio cuando esto
era todo el día con la bulla ya sea de nosotros jugando o la gente bebiendo
trago. Fue entonces cuando se decide ir a tomarse las tierras en las fincas de
arriba, por donde se fue el río; por que yo creo que la gente lo que buscaba
eran oportunidades de seguir cultivando arroz, y dedicarse a la como siempre a
la pesca; sabe, gracias a los concejos del padre Arroyave quien desde el
comienzo aconsejaba que no respondiéramos a los maltratos de la policía ni de nadie
que llegara a insultarnos; la policía nos metía en corrales días enteros, a
veces no dejaban que las mujeres o los niños nos llevaran la comida, nos decían
de cuanta vaina, pero nosotros no le respondíamos nada. El padre siempre estuvo
al pendiente de todo, cunado alguien era agarrado los familiares iban corriendo
donde él a pedir ayuda; claro después formamos el sindicato agrario de Palermo,
con a la ayuda de un señor de Cartagena y otro de Lorica que en ese entonces
tenia un periódico de nombre frontera, esta pela salio en periódicos como el
universal y heraldo, llegaron personas de otras partes a educarnos sobre como
debíamos hacerle frente a los hacendados y como hablar con el gobierno,
recuerdo a un cura cachaco que llego durante las tomas de tierras, después
supimos que lo había matado el ejercito desque por guerrillero –se refiere a
Camilo Torres-, pero a mí no me parece por que buena gente si era ese señor,
cuando estuvo por aquí permanecía colorado todo el tiempo, los mosquitos y
jejenes si que le hicieron hasta para vender y después de tanto ir a montería
al INCORA para que le compraran las tierras a los finqueros, ganamos el pleito,
claro con la ayuda de de toda esa gente estudiada, por sino yo ceo que habían
matado a un poco de gente y no al final no hubiésemos conseguido nada. Esta es
la historia de cómo se formo Caño Grande. Conservamos la tradición de
organizarnos para trabajar, mire aquí existen unos ocho grupos, los días de la
pesca en las ciénegas están acordados por todos los pescadores a esto, se lego
por que vimos que los pescados como se estaban acabando por que se pescaba
todos días por ejemplo con manta –redes de pesca- de dedos muy pequeños –se refiere a la diametro de
ojales en las redes- por que entre más pequeño sean los dedos, se agarran
pescados muy pequeños que no valen lo mismo que un pescado grande y se termina
es perdiendo plata, además, como se agarraban tan pequeños no se dejaban
reproducir, al final todos entramos en razón y ya podemos ver el regreso del
curraos, los caimanes y otros animales que antes uno mataba por ociosidad”
(relato de informante).
No
existen dudas de la presencia de Manuel Zapata Olivella en la población de los
Secos; vivió parte del conflicto por la tenencia de la tierra que se desató con los propietarios de mayores
terrenos, inmediatamente el río cambiara de desembocadura a mediados de los
años de 1930; permitiendo la entrada de un mayor nivel de agua salada en lo que
otrora fuese una población prospera de
pequeños propietario de tierras o parcelas fértiles en la producción de arroz;
considerada despensa de alimentos para Cartagena de india, que para la época de
la fundación del asentamiento humano de los Secos, en lo que hoy se denomina
departamento de Córdoba, ya que era realmente el gran departamento de Bolívar o el Bolívar grande como es denominado
por los historiadores de la región.
Para
llegar a la creación de Tierra Mojada, M. Zapata, estuvo “allí”, lo demuestran
las coincidencias de los anteriores relatos de los informantes; representa a
los primeros colonos de la desembocadura del río Sinú, así como sus costumbres
cotidianas, las creencias cristianas amalgamadas con las creencias mágico
religiosas del panteón africano e indígena y la alusión al final de la trama, al cambio en el cause del río; es una
construcción narrativa propia del realismo mágico, tanto más si tomamos como
referencia, la actitud que asume el autor acerca de la realidad de la cual
escribe, uniendo el relato fantasioso con la observación de los hechos en el
contexto, así, tierra mojada es una creación ficcional que representa la mirada
intima del autor, convirtiéndose en lo que M. Bajtín calificaba como el “yo
social” (1995) en el procesos de la producción textual, producto de la
revelación de numerosos yoes individuales, para nuestro caso, representados en la
interacción con los otros o los informantes; y es que “con las comunicaciones expandidas y las influencias interculturales,
la gente interpreta a los otros, y se interpreta a sí misma, en una pasmosa
diversidad de idiomas: una condición global de lo que Mijail Bajtín (1995) llamaba
heteroglosia. Este mundo ambiguo y multívoco hace que cada vez resulte más
difícil concebir la diversidad humana como algo inscrito en las culturas
cerradas e independientes” (J. Clifford, 2001: 40); el autor convertido en
voz polifónicas, mediador narrativo de sus yo personal y los yoes colectivos de
los informantes. El resultado es un texto en el que se diluyen las dos tensiones psíquicas entre los
informantes y autor, dando paso a la nueva mirada textualizada de la realidad
social. Sin vacilaciones Tierra Mojada es una novela de realismo mágico ya que
se inspira en hechos reales de un grupo social y lo transforma en acto discursivo de nuevo tipo, recordemos al respecto lo
afirmado por Leal “el realismo mágico es
más que nada, una actitud ante la realidad, la cual puede ser expresada en
formas populares o cultas, en estilos reelaborados o vulgares, en escrituras
cerradas o abiertas… el descubrir lo que hay de misterio en las cosas, en la vida
en las acciones” (Leal. 1967) o la referencia del novelista Cubano
Alejandro Carpentier en el prologo de su novela el reino de este mundo “lo maravilloso comienza a serlo de manera
inequívoca cuando surge de una inesperada alteración de la realidad, de una
iluminación o singularmente favorecedora de las inadvertidas riquezas de la
realidad, de una aplicación de las escalas y categorías de la realidad,
percibidas con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu
que lo conduce a un mundo de estado limite” (Carpentier. 1949); Zapata
Olivella atrapa en una atmosfera a los personajes con una aura de misticismo,
ambientes alucinantes en donde se fusionan el presente con el pasado y los
hechos reales con la creación literaria de ficción dando como resultado la
fundación de otras realidades.
Lo
real en la novela es la existencia de los Secos, la fertilidad de la tierras
del río Sinú, la organización de la vida familiar, la concepción del trabajo
comunitario, las fuertes creencias religiosas cristianas mezcladas
sincreticamente con las creencias mágico-discursivas orales, las relaciones de
poder, el río como ser vivo –en las narraciones de la zona, los informantes
siempre representan al río como un ser animado, lleno misterios encarnados en
los mitos y leyendas que por cierto se asemejan a las grandes narraciones de
mitológicas de la costa caribe Colombiana- y el significado simbólico en el
cultivo del arroz, como regalo de abundancia y estabilidad temporal económica,
o por contrario maldición de algún santo perteneciente al panteón cristiano. La vivacidad con la que se narran los hechos
coincidentes con la novela de Zapata Olivella dan muestra de su arraigo con un
pasado no muerto o dejado a tras en el tiempo sino, todo lo contrario es como
si aún permaneciese vivo no sólo en memoria
acaso más bien, es parte del
presente soco-colectivo; por ejemplo, la única festividad religiosa que se
celebra en la comunidad es día de la virgen del Carmen pues “una vez próximos a la fecha de la virgen
del carmen el planchon –medio de trasporte similar aun remolque utilizado
para cruzar el río ya sea en vehículos o animales- se soltó y se fue río a bajo, los hombres salieron en las champas
–pequeña embarcación utilizada para pescar-
a arrastrarlo hasta la orilla; las mujeres nos quedamos rezando a la virgen
para que pudieran hacerlo y le prometimos que nos hacia el milagrito, le
hacíamos una imagen y todos los años la llevaríamos por el río hasta el planchon, allí permanecería
desde la mañana hasta la tarde y después la pasearíamos por todo el camino de
aquí, pues nos hizo el milagro y nosotras todos los años recogemos para la
fiesta, que termina en la noche… ya ve con los hombres borrachos en la caseta,
de eso hace ya como diez años y no hemos
dejado cumplirle la promesa a virgencita”. Esta actitud mágico-religiosa y que se
encuentra en la novela tierra mojada sigue con fuerza en la actualidad al
tratar de protegerse de las fuerzas naturales, recurren a “favores divinos” que
se pactan por medio de veneraciones periódicas ya que si se llegaré a incumplir
el pacto vidrian consecuencias nefastas a nivel económico, inestabilidad
social, en general un periodo de mala suerte, cuya duración estaría dada por los tiempos de arrepentimiento
y solicitud del perdón del afectado divino.
En
cuanto a la afirmación de sí tierra mojada es un testimonio histórico diré con
Bajtín (:12,13) que es más bien una creación literaria “dialogízante”, pues
permite el intercambio comunicativo de los géneros literarios del discurso, que el influyente
lingüista Ruso clasifica en dos: uno propio del habla común o de literatura
oral y un segundo, propio de la literatura escrita, siendo las dos unidas en su
propuesta de “dialogización” que pasaría a convertirse en “mimesis del habla”
en tonto unión de discursos representativos para diferentes tipos de lectores;
pero existe otra teoría acerca de los testimonios o lo que se conoce como
historias orales; es la opinión de Walter J Ong al considerar “en el pasado la crítica engendró conceptos
tan monstruosos como como el de literatura oral. Este término sencillamente
absurdo sigue circulando hoy día aun entre los eruditos… aun que las palabras
están fundadas en el habla oral, la escritura las encierra tiránicamente para
siempre en un campo visual… Considerar la tradición oral o una herencia de
representación, géneros y estilos orales como literatura oral, es algo parecido
a pensar en los caballos como automóviles sin ruedas.” (Ong, 1994: 20, 21),
Ong, reconoce la fuerza de la palabra
escrita en la medida de preservar
los hechos de la realidad como filigranas evidentes que en cierto punto
se pueden ver y tocar; su desacuerdo radica en la manera como algunos teóricos
sociales equiparan la palabra verbal, en esencia narrada con la palabra escrita
atrapada por la gracia de la tecnologías de la imprenta, tanto más si
invisibiliza expresiones de las culturas orales o que poseen un gran acumulado
narrativo, que se produce y reproduce eficazmente con una dosis de estética y
arte; imagine, una narración sobre brujas, espantos o gestas de personajes
locales con sólo el lumbre de unas luz a medias que deje ver las sombras de los
asistentes y el o los narradores nativos adoptando poses histriónicas durante
el relato, fuera de atraparnos en el momento de la narrativa oral, nos dejaría
con ciertos temores producto de las dudas incrustadas en la psique colectiva de
la reunión. Es por ello que comparto la tesis de Ong en el sentido de que no
todas las representaciones culturales, mágicas y cotidianas de una cultura son
atrapadas por las palabras escritas y que precisamente por no encajar en la
estructura textual icnográfica hay es necesario reconocerles su lugar de poder
discursivo sólo dentro de lo contextual.
Los
pobladores en el delta Sinuano se han apropiado del relato novelesco de M.
Zapata, utilizándolo para representarse a si mismo como una comunidad con
identidad y unidad de símbolos en correspondencia con las fuerzas naturales o
sobrehumanas, pues lo que ahora es vida cotidiana es el producto de las
acciones o luchas por el dominio de las agobiantes e inmisericordes fuerzas naturales del río, ciénegas y costas
oceánica, cumplidas históricamente por
sus antepasados e incluso ellos mismos. El valor dado a la historia oral
cómo fuente histórica se centra en la unión dialogizadora entre esta y la
palabra escrita, pues le proporciona un sistema de comprobación,
experimentación y relocalización discursiva en términos de confiabilidad local;
claro sin olvidar el papel que cumplen los procesos memorísticos de selección,
los cuales siempre tienden a hacer remembranzas de un pasado en acciones puras
ética y socialmente, olvidando aquello que quizás nos avergüence o su sonido
sea incomodo para los escuchas “en una
cultura oral, la restricción de las palabras al sonido determina no sólo los
modos de expresión sino también los procesos de pensamiento” (Ong, 1994:
40), además como decía Nietzsche “...
es absolutamente imposible vivir sin olvidar... el sentido no histórico y el histórico
son igualmente necesarios”
(citado en. Birulés, 1995: 9).
OSCAR RHENALS ESPAÑA
ideas206@gmail.com
Colectivo
de estudios sobre territorios, espacios, etnicidad y educación
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