ANTROPOLOGÍA
E INDIGENISMO O PRÁCTICA INTER-SOCIAL
“No
hay nada sin historia. Quien no la tiene, se acabó. Los blancos dicen a los
indios: cuénteme un cuento. Y si ellos hablan, los dicen que es cuento. Y sólo
queda eso: un cuento. Y allí se acabo la historia. La historia es de todos;
cada uno debe hablar su parte; entre todos se da un redondeo.” (Taita. Abelino
Dagua, 1993. pp. 9).
Antropología académica y militante, en ello ha estado marcada la relación de esta disciplina humana con las comunidades objeto de estudio, en especial con las comunidades indígenas en el nuestro país.
En primer lugar, los llamados
académicos puros, dedicados a descifrar científicamente los códigos y símbolos
culturales, sin inmiscuirse o tomar parte activa en los problemas de la
comunidad observada.
Los segundos son denominados como
militantes; contrario a los anteriores, estos privilegian las acciones de
defensa de los intereses reivindicativos al interior de las comunidades, dejando – sino del todo- la
labor de producción científica en
un escenario secundario; pero siendo
honestos, todas las personas que se dedican a la práctica antropológica; ya sea
por medio de publicaciones resultado de los
estudios científicos o tomando parte en interese socio-económicos de los
indígenas, contribuyen por igual en la difusión y acompañamiento de estos
problemas.
ACADÉMICOS E INDIGENISMO
El antropólogo ha participado de
las luchas indígenas. Lo que estas reclaman esta atravesada permanentemente por
las visiones antropológicas y apoyadas por la autoridad científica de las
publicaciones de antropólogos y antropólogas -al momento de someter las ideas
académicas ante la comunidad académica-.
Los
estudios en la Sierra nevada de Santa Marta entre los indios Koquis, ikas y
wiwas por Carlos Alberto Uribe, François Correa Rubio, entre otros antropólogos
colombianos que se han dedicado, gran parte de su carrera profesional y académica a las comunidades del macizo
Serrano; por ejemplo, en el texto “encrucijadas de Colombia Amerindia” (Correa.
1993, editor) y la colección titulada “geografía humana de Colombia” (Correa.
2002, editor), se consignan los principales problemas de las comunidades
indígenas en el país, en un estilo científico; estas producciones académicas, desnudan
ante el lector las situaciones sociales, políticas y económicas vividas en los
pueblos indígenas de Colombia.
Los indígenas piensan con su
“propia cabeza” y en sus cabezas transitan las construcciones académicas de
antropólogo y antropólogas a lo largo de la historia común; sobre todo desde
los años sesentas; y de esto último somos testigos, cuando observamos recitar
pasajes de frases capturadas en texto escrito por algunos científicos sociales.
Así, se habla desde los pulpitos insondables de las categorías científicas, que
no son fáciles de desvirtuar por los interlocutores que representan a la
institucionalidad legal o no.
EL CRIC, AICO, SOLIDARIOS
Y COLABORADORES
El
primero de estas organizaciones –CRIC-
es el producto de la organización interna de los indígenas en el Cauca,
como materialización de un proyecto en pro de la recuperación identitaria, para
ello, era necesario la recuperación de territorios, en esta vía se busco apoyo
en el movimiento campesino. El CRIC en
sus inicios ocupo la secretaria indígena de la ANUC (asociación nacional de
usuarios campesinos) con Trino Morales, Gonzalo Sánchez y Lame; durante esta
búsqueda de espacios políticos y lucha por la tierra, encontramos antropólogos
y científicos sociales de la talla de Maria Teresa Findji, Víctor Bonilla, Luis
Guillermo Vasco, Javier Fayad, Raúl Castro, Tulio Rojas, Noel Montenegro,
Álvaro Velasco, Pablo Tattay, Amparo Espinosa -entre muchos mas-.
Siendo
sesgado en la apreciación sobre la primera intervención de antropólogos en las luchas de los indígenas en pro de
la recuperación de tierras en el Cauca;
es en la toma de la hacienda las mercedes, entregada a los indígenas por
el presidente Belisario Betancourt en 1982, y en cuya gestión de invitación
participó Víctor Bonilla Aprovechando
una vieja relación de amistad con el presidente; pero, las relaciones entre el
CRIC y los intelectuales sociales –agrupados en una organización no constituida
de formalmente ante ninguna institución de control estatal llamada los
solidarios-, entra en crisis y se rompen definitivamente por
diferencias mutuas – las diferencias eran fundamentalmente de carácter
ideológico- entonces, los “solidarios”,
ayudan a crear una figura paralela en autoridad al CRIC denominado
“movimiento de gobernadores indígenas en marcha” liderado por los resguardos
paeces y que mas tarde, por su relación con las autoridades indígenas de la
Sierra Nevada de Santa Marta e indígenas de Nariño, se transformaría en AICO
–autoridades indígenas de Colombia-, jugando un papel de primacía en la
recuperación de tierras y en la configuración de los imaginarios de identidad
de los pueblos indígenas, primero en el Cauca y luego en Colombia.
Durante
la década de los ochentas, los integrantes del movimiento de autoridades
indígenas deciden participar en la elección popular de alcaldes, aconsejados y
guiados por los intelectuales solidarios y estos a su vez, eran afectos a las
corrientes ideológicas de la izquierda maoísta -o por lo menos Vasco, quien
ejercía una fuerte influencia entre los solidarios-; la idea de participar en
las elecciones era, la creación de poder popular desde local, no lo lograron,
pero se convirtió en un experimento de carácter acumulativo –de experiencias-
para los tiempos venideros.
Por
esta época llegan al movimiento de los solidarios estudiantes de la universidad
del valle como Javier Fayad bajo las toldas de una figura organizativa
llanada “Grupo de solidaridad con los
pueblos indígenas”. Son los inicios de las persecuciones contra los movimientos
indígenas y populares en general, acusados de ser instrumentos ideológicos de
los grupos armados revolucionarios. En
tal sentido, la manera en que los antropólogos
planteaban su relación con la
comunidad, era percibida como una posición de izquierda, más que por una
voluntad explicita del antropólogo, producto de las imágenes nacidas de las
circunstancias del momento histórico, actitud que les costo igualmente la
persecución y estigmatización de peligrosos para el sistema por los representantes del orden establecido
– como por arte de magia, ser antropólogo o científico social se convirtió en
un verdadero peligro-; bajo este panorama todos los intelectuales solidarios
del Cauca y de todo el país se vieron abocados hacer gala de la prudencia y en
muchos casos, la inactividad – volver a sus aulas de clases ya sea como
estudiantes o profesores- otros se vieron desamparados en medio de unos actores
armados tanto de izquierdas como de derechas que se disputaban el control
territorial, así, se cierra el capitulo de los intelectuales solidarios en el
cauca. –o por lo menos en lo que pude indagar por medio de lecturas y
conversaciones con profesores de la universidad nacional-
En
los mismos años ochentas, un grupo de estudiantes de la facultad de economía en
la universidad Nacional de Colombia, crearon una publicación denominada “INDIGESTIÓN”
, entre estos estudiantes se encontraba Henry Caballero y aun que la
publicación debía ser apolítica, si revelaba una inclinación política hacia la
izquierda; pero no siguiendo los postulados dogmáticos del marxismos tradicional –Ruso y Chino-, por el contrario,
probaron ideas y experiencias alternativas. Caballero se integro a las luchas
indígenas en el Tolima, como colaborador del CRIT –consejo regional indígena
del Tolima- que guardaba semejanzas con el CRIC en tanto compartían
colaboradores indígenas y mestizos o blancos.
Los
primero pasos de Caballero como colaborador fueron apoyando proyectos de producción agrícola, como
cooperativas entre otras labores, mas tarde llega a ocupar un sitio en la
dirección del CRIT, solo que no contaba con poder de voto o decisión, pues
estas estaba destinada a los indígenas, para culminar en la organización armada
indígena, Quintín Lame.
LA
CONSTITUCIÓN DE 1991.
“Al
obtener posibilidades para el reconocimiento legal de derechos políticos y
culturales indígenas en la constitución de 1991, se amplió también el retos
para ellos y sus organizaciones políticas,” (Jimeno. 1993. pp. 7). Como la cita
anterior, la constitución de 1991 fue la materialización de posibilitar la
confluencia y unificación de una serie de logros previos del movimiento
indígena, el reconocimiento de los cabildos como instituciones de autoridad
dentro de los resguardos y ante el gobierno central, la educación propia y
administrar justicia al interior de sus territorios.
Las
propuestas consignadas en el texto final de la carta magna, parte de anhelos
históricos del movimiento nacional indígena, pero también fueron moldeados y
acompañados por los solidarios, los colaboradores y académicos sociales,
quienes estudiaron y apropiaron los símbolos culturales de las comunidades o
pueblos indígenas y sucesivamente los lideres indígenas se apoderaron del
conocimiento científico de los antropólogos y antropólogas, pero las luchas por
la tierra siguen vigentes han vuelto a resurgir por falta de ella como el caso
de los pueblos indígenas en el Cauca, la colonización de sus territorios por
colonos mestizos o blancos con diferentes intereses, unos buscan un lugar para
vivir, otros llegan para dedicarse a cultivos ilícitos, causando graves
problemas de orden público y degradación ambiental que para el sostenimiento de
las identidades indianas, el territorio es fundamental ya que con ello, se
pueden planear y sobre todo desarrollar sus sueños dignamente.
Ante
todo este desalentador panorama, los pueblos indígenas siguen manifestándose
contra las medidas contra la identidad y
el territorio, “los que fueron nacidos para enterrarlos varia veces por decreto
a nombre de la modernización... en oleadas incesantes de resistencias, con sus
revueltas y movimientos para persistir cambiando, construyendo discursos que
dan pinceladas de modernidades alternativas” (Batalla, Citado por Cancheiro. 1990. pp. 1).
En
fin la antropología habla de las comunidades indígenas como sujetos de
estudios, los reconoce como constructores de un proceso político a través del
cual se define gran parte del ejercicio identitario antropológico, e igualmente
de las comunidades o pueblos indígenas. Claro que sin los aportes de otros
científicos sociales, toda la gama de construcción académica y la inserción en
las luchas exitosas por las tierras ancestrales de los pueblos indígenas
habrían sido mucho más traumáticas de lo que fueron en el pasado y lo que son
actualmente –recuperaciones en el cauca, conservación en le macizo serrano y
todo el sur del país- .
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
Bonilla
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Bohórquez Canchero.(2005).
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ICANH.
La gran sociedad indígena de la
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Vasco U Luis Guillermo. (2002).
Entre selva y páramo: viviendo y pensando la lucha india. ICANH.
Colectivo
de estudios sobre territorios, espacios, etnicidad y educación
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